Fueron compañeros de clase, de promoción o coincidieron en el tiempo desarrollando su labor como arquitectos. Justo este año y poco antes de que termine, es preciso y necesario hablar de Antoni Bonet, Miguel Fisac, José Antonio Coderch, Alejandro de la Sota y Rafael Aburto. Este grupo de hombres ilustres e ilustrados creían en la arquitectura,
en el hombre, en los detalles y en el diálogo entre los nuevos
materiales y la construcción tradicional como manera de servir a la
sociedad y ayudar al desarrollo de ese momento de la Historia que les había tocado vivir.
Antoni Bonet, miembro del GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), discípulo de Le Corbusier, y emigrante forzado al otro lado del Atlántico. Residió en Argentina y Uruguay, aunque continuó construyendo también en España.
Miguel Fisac, manchego de nacimiento, madrileño de adopción, viajero e inventor empedernido. Poseedor de una personalidad fuerte, pero sensata y sencilla. Es un imprescindible a la hora de abordar el desarrollo de la historia de la arquitectura del siglo XX en nuestro país.
José Antonio Coderch, discípulo de Muguruza y Zuazo, y socio de Manuel Valls, realizando junto a este último la conocida Casa Ugalde, gran ejemplo de arquitectura contemporánea adaptada al entorno y catalogada hace pocos años como Bien de Interés Cultural.
Alejandro de la Sota, nacido en Pontevedra, pero establecido en Madrid como gran mayoría de sus colegas. Considerado como otro de los grandes maestros de la arquitectura española contemporánea, destacando especialmente el gimnasio del colegio Maravillas de Madrid, entre otras obras.
Rafael Aburto realizó junto a Francisco de Asís Cabrero su obra más emblemática, el edificio de Sindicatos situado en el Paseo del Prado madrileño. Fue además uno de los firmantes del Manifiesto de la Alhambra (1952) texto que recogía las conclusiones y planteamientos de las jornadas llevadas a cabo en la ciudad andaluza en las que se debatió acerca de la situación de la arquitectura española en ese momento y su modernidad.
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Diversos homenajes se han sucedido o están sucediendo para recordar a estos arquitectos y así, poner en valor la herencia que nos han dejado. Algunos homenajes son, en cierto modo, incomprensibles, innecesarios o invisibles a ojos de la gran mayoría de los ciudadanos. ¿Cúal es el fin de este tipo de homenajes? ¿Qué ganamos los ciudadanos con ello? ¿Para qué? ¿Por qué? Estos actos no dejan de ser eventos culturales necesarios para recordarnos nuestro pasado, nuestra historia, nuestra identidad, sea cual sea y con la que más nos apetezca identificarnos.
Antoni Bonet, miembro del GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), discípulo de Le Corbusier, y emigrante forzado al otro lado del Atlántico. Residió en Argentina y Uruguay, aunque continuó construyendo también en España.
Miguel Fisac, manchego de nacimiento, madrileño de adopción, viajero e inventor empedernido. Poseedor de una personalidad fuerte, pero sensata y sencilla. Es un imprescindible a la hora de abordar el desarrollo de la historia de la arquitectura del siglo XX en nuestro país.
José Antonio Coderch, discípulo de Muguruza y Zuazo, y socio de Manuel Valls, realizando junto a este último la conocida Casa Ugalde, gran ejemplo de arquitectura contemporánea adaptada al entorno y catalogada hace pocos años como Bien de Interés Cultural.
Alejandro de la Sota, nacido en Pontevedra, pero establecido en Madrid como gran mayoría de sus colegas. Considerado como otro de los grandes maestros de la arquitectura española contemporánea, destacando especialmente el gimnasio del colegio Maravillas de Madrid, entre otras obras.
Rafael Aburto realizó junto a Francisco de Asís Cabrero su obra más emblemática, el edificio de Sindicatos situado en el Paseo del Prado madrileño. Fue además uno de los firmantes del Manifiesto de la Alhambra (1952) texto que recogía las conclusiones y planteamientos de las jornadas llevadas a cabo en la ciudad andaluza en las que se debatió acerca de la situación de la arquitectura española en ese momento y su modernidad.
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Diversos homenajes se han sucedido o están sucediendo para recordar a estos arquitectos y así, poner en valor la herencia que nos han dejado. Algunos homenajes son, en cierto modo, incomprensibles, innecesarios o invisibles a ojos de la gran mayoría de los ciudadanos. ¿Cúal es el fin de este tipo de homenajes? ¿Qué ganamos los ciudadanos con ello? ¿Para qué? ¿Por qué? Estos actos no dejan de ser eventos culturales necesarios para recordarnos nuestro pasado, nuestra historia, nuestra identidad, sea cual sea y con la que más nos apetezca identificarnos.
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